Los esclavos olvidados de Tromelin

Los esclavos olvidados de Tromelin, de Sylvain Savoia (Ponent Mon)

La esclavitud ha sido, y sigue siendo – como hemos podido conocer recientemente en Libia -, uno de los grandes males de la humanidad. El auge de esta actividad, que está en la base del crecimiento industrial de Europa Occidental y los Estados Unidos, se produjo en los siglos XVII y XVIII, aunque se alargó a gran escala hasta bien entrado el siglo XIX. Se estima que fueron varias decenas de millones los africanos y africanas que fueron capturados y vendidos como esclavos. En su mayoría jóvenes, el vacío demográfico que provocó la trata y sus efectos económicos condenaron al continente a un subdesarrollo crónico que aún se deja notar.

Cada uno de los desafortunados protagonistas de este comercio posee, con total seguridad, una historia digna de ser explicada, pero las vivencias de los esclavos de la isla de Tromelin deberían ser conocidas por todo el mundo. Tras un naufragio, decenas de malgaches fueron abandonados a su suerte y hasta quince años después no fueron rescatados los escasos supervivientes. Sylvain Savoia se adentra en una historia trágica, llena de dolor y de miseria moral de una forma muy original; ya que a la recreación histórica le une una segunda trama, situada en el presente, que relata su experiencia como miembro de una campaña de excavaciones arqueológicas en la pequeña isla.

En 1761 el tráfico de esclavos era una actividad tremendamente lucrativa. Pese a que empezaba a surgir el debate sobre la abolición de la esclavitud, aún faltaban décadas para que los estados europeos empezaran a perseguir estas prácticas. El navío L’Utile había embarcado a 160 esclavos y en su camino hacia Madagascar, siguiendo una ruta poco utilizada, topó con las barreras de arrecife que rodean la isla de Tromelin. A partir de documentos de la época, redactados por el escribano de a bordo, se han podido reconstruir los sucesos de la noche del 31 de julio. Aproximadamente la mitad de los esclavos, encerrados en las bodegas, fallecieron junto con parte de la tripulación. Los náufragos consiguieron sobrevivir gracias al encuentro fortuito de agua dulce en un pozo. Siguiendo un ambicioso plan, fueron capaces de construir un nuevo barco con los restos del L‘Utile, pero solo los europeos embarcaron. Ochenta esclavos fueron abandonados a su suerte en un islote remoto azotado por fuertes vientos y por ciclones en el que no crecía ni un árbol.

En paralelo, el dibujante Sylvain Savoia crea un híbrido entre diario personal y cuaderno de viaje en que narra el desarrollo de la investigación que diversas instituciones llevan a cabo en la actualidad en Tromelin. Es destacable la forma en que entrelaza ambos relatos, que van avanzando al mismo tiempo. Las dificultades que sufren Savoia y sus compañeros de expedición, pese a contar con la tecnología actual, contribuyen a realzar las penurias que debieron sufrir los esclavos abandonados 240 años antes. Las diferentes fases del trabajo arqueológico, los avances y retrocesos de la investigación y el crecimiento personal del dibujante consiguen que esta segunda trama resulte igualmente interesante.

El contraste gráfico entre las dos partes, con viñetas cerradas y línea clara clásica para la historia situada en el siglo XVIII y con viñetas abiertas, colores menos definidos y densos textos de apoyo para el presente, funciona de forma muy efectiva. El ritmo trepidante, especialmente al inicio, del naufragio y la lucha por la supervivencia también es contrarrestado por las profundas reflexiones y la observación pausada del dibujante. La historia de los esclavos es tan cruda y refleja tan bien el espíritu de la época que funcionaría perfectamente como obra independiente, pero con la inclusión de la trama arqueológica gana en profundidad y convierte a Los esclavos olvidados de Tromelin en un cómic redondo.

La historia de la esclavitud y sus efectos económicos aún tienen muchos aspectos por esclarecer. Algunas de las grandes fortunas de nuestros días provienen de ese lucrativo y cruel comercio y en nuestras calles aún podemos observar homenajes a siniestros personajes que consiguieron su riqueza gracias al tráfico de personas. La obra de Savoia permite recuperar la memoria sobre un acontecimiento histórico concreto, pero además muestra que aún queda mucho por hacer. La ciencia moderna tiene un papel fundamental en el conocimiento del pasado y como ciudadanos nuestro papel debe ser exigir a nuestros gobernantes que impulsen y doten de suficientes fondos este tipo de iniciativas. Es imposible construir una sociedad mejor si desconocemos nuestro pasado, por más lejano que éste nos pueda parecer.

Deja tu comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑